Los medios abordan la violencia machista desde una perspectiva que la justifica
Abogado
Los medios de comunicación tienen el derecho de informar y los ciudadanos a ser informados. Igualmente, los ciudadanos tienen el derecho a ser bien informados y los medios de comunicación la obligación de informar bien. Desgraciadamente, no siempre se cumple plenamente tal obligación de los medios.
Un ejemplo de ello lo constituyen el título y el tratamiento de las notas periodísticas relacionadas con lo que en Costa Rica llamamos, eufemísticamente, “violencia doméstica o violencia de género” y que, para empezar a informar bien, debería llamarse por su verdadero nombre: violencia machista.
Inaceptable justificación. Con gran naturalidad, algunos medios titulan las notas fatales de violencia machista con frases tales como: “la mató por amor”; “loco mata a su mujer por celos”, “mató a su pareja porque lo engañó”, “ella lo iba a abandonar y él la mató”. El tratamiento subsiguiente de la información relacionada va en línea con el titular que la encabeza.
Esa forma de titular y tratar los hechos relativos a la violencia machista, tiene consecuencias igualmente fatales. Quizá sin proponérselo, los medios y sus periodistas abordan esta temática desde una perspectiva que justifica el homicidio: el victimario actúa por amor, por celos, por locura, por miedo al abandono, nunca porque es, como en realidad lo es, un agresor patológico y, seguramente, crónico. Difícilmente, el agresor mata a su víctima en la primera oportunidad en que la agrede, es, más bien, el acto final de una vida de brutalidad, abuso y maltrato sistemáticos.
Así, el victimario, al verse retratado como un homicida provocado por los actos de su víctima o por sus elevados e intensos sentimientos amorosos, encuentra una explicación racional a su inaceptable y delincuencial conducta.
Pero, lo que es peor, otros agresores de mujeres, al oír, ver y leer tales noticias con el abordaje equivocado, reciben un mensaje igualmente equivocado y fatal: si se puede matar a la mujer por amor, por locura, por abandono, por traición. De esta forma, aquellos agresores que han ideado matar a su mujer por alguna de estas “razones” confirman una terrible convicción: antes que victimario, el homicida es la víctima.
Más reflexión. Escribo este artículo con un solo propósito: pedirles a los medios de comunicación y a sus periodistas que reflexionen sobre esta forma de abordar e informar sobre la violencia machista en nuestro país.
Es mejor llamar las cosas por su nombre: un homicida de su esposa, compañera o novia es un asesino que mata por odio, nunca por amor. Ese es el enfoque correcto, aunque muchos crean, por viejas razones afincadas como valores de la pseudocultura machista, que sí se puede matar por amor, de la misma manera que también se pega porque se ama. Eso es una falsedad indecente.
Por amor se protege, se cuida, se cultiva, no se destruye, ni agrede, ni asesina. Disimular esta verdad es contribuir a mantener en vigencia antivalores que pretenden hoy, como lo han pretendido durante la existencia de la especie humana, justificar asesinatos terribles.
Llamemos las cosas por su nombre, no seamos un día más cómplices de estos homicidas.
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